Los seres humanos estamos formados por 3 cuerpos, el cuerpo físico, que es desde donde actuamos, el cuerpo mental, desde donde pensamos y el cuerpo emocional, a través del cual sentimos.
Si nuestros tres cuerpos no están alineados y cada uno va por separado, se puede generar un desequilibrio y con ello estrés y malestar. Así que, debemos preservar su equilibro para conseguir un propósito común: la salud.
Estamos acostumbrados a reconocer y hablar de los cuerpos físico y mental, ¿pero entendemos y reconocemos el cuerpo emocional?
El cuerpo emocional
Somos seres emocionales, sentimos emociones tales como: miedo, rabia, tristeza, alegría, amor; y no las creamos a voluntad, sino que las emociones son reacciones fisiológicas, subjetivas y conductuales, que se activan a partir de estímulos procedentes del mundo exterior y/o interior del individuo.
Si percibimos estos estímulos como negativos estas reacciones pueden ser de rechazo, o bien de atracción si los vivimos como positivos. La función fundamental de las emociones es la de supervivencia, ya que nos estimulan a evitar o luchar contra situaciones dañinas o a aproximarnos a situaciones positivas.
Las emociones ponen en alerta a todo el organismo activando, por ejemplo, respuestas cardiovasculares, musculares, neuroendocrinas o del sistema nervioso autónomo: el miedo se puede manifestar con tensión corporal, taquicardia, sudores, presión en el pecho e insomnio; la rabia con aceleración de la respiración, tensión de la mandíbula, dolores de cabeza; la tristeza con llanto, respiración entrecortada, poco apetito, etc.
El cuerpo emocional en la consulta de osteopatía
Desde el abordaje holístico de la osteopatía, observamos las respuestas emocionales del cuerpo para poder valorar hasta qué punto intervienen en la patología física en tratamiento, y así poder enfocar de forma más acertada el tratamiento.
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Albert Muñoz es osteópata y terapeuta en Meridians en Barcelona durante el 2018.
Foto: Arnel Hasanovic en Unsplash