“La única pasión que no exige nada, es la de la pereza” como decía Jaime Luciano Balmes. Sin embargo, cuando nos rendimos al placer de no hacer nada, a la pasión de la inacción, podemos caer en sus redes adictivas.
Eso es lo que nos sucede, a la vuelta de las vacaciones. Tras horas de descanso, sin un calendario apretado, las prisas o la rutina del día a día. Cuando empezamos de nuevo a definir metas u objetivos o ponemos la atención de nuestra mente en “lo que nos queda por hacer” o “lo que ha de venir”, a menudo ya nos agotamos solo de pensarlo.
Y es que muchas veces, la pereza es una resistencia a entrar de nuevo en ese bucle, en esa vorágine del día a día, que nos devora. En ese día a día centrado en las metas y los objetivos, enfocado en el futuro y no en el presente y carente de tiempo, descanso y escucha.
El truco está que en aprender incorporar a nuestro día a día, aquello que nos aportan las vacaciones (la lentitud, la libertad, la improvisación, el descanso). Pues, que nos resulte más o menos difícil, dependerá sin duda de nuestro modo de vivir, de nuestra manera de enfrentar o enfocar la vida.
Cómo vives y piensas, define tu modo de enfrentar la pereza:
- Si somos de los que vivimos las “vacaciones soñadas”, como un alivio a nuestra insatisfacción diaria (en alguna área de vida) o como una válvula de escape, la vuelta provocará mucha más pereza, estrés o desmotivación.La solución no está en “soñar en que nos toque la lotería” o buscar otras múltiples válvulas de escape (la bebida, el café, la tele, el ocio), porque así únicamente “vivimos para olvidar”.La solución a largo plazo radica en “poner patas arriba nuestra vida” si hace falta, y permitid que lo diga así. En redefinir el sentido de nuestra vida, buscar nuevas fórmulas, definir ilusiones, poner un rumbo claro y concreto. Y pasar a la acción
- Por otro lado, si somos personas exigentes con nosotras mismas y con nuestro trabajo, de los que “las cosas no pueden dejarse a medias” o “se han de hacer siempre bien hechas”, a menudo volver a “arrancar motores” supondrá una labor titánica. Querremos estar ya “cien por cien” y con un “rendimiento óptimo” nada más volver.Pero como cuando llevamos tiempo sin pasar por el gimnasio, nuestro cuerpo y nuestra mente necesitarán un proceso de adaptación, y eso supone darnos tiempo, planificar ratos de descanso y administrarnos de manera equilibrada fijando prioridades y siendo capaces de posponer o delegar.
Y es que, en el equilibrio entre la acción y la inacción, a menudo es dónde nos perdemos. O hiperactivos y acelerados o aletargados y dormidos. Caemos en la ley del blanco o el negro. Encontrar los grises y ponerle un poco de color a la vida, esa es la base de la satisfacción y la libertad, sea verano o cualquier otro momento del año.
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Raquel Ballesteros es Licenciada en Psicología Col. 13297, Máster en Psicología Clínica y Máster en Musicoterapia por la Universidad de Vic, especializada en Terapia ACT y coaching, Facilitadora de procesos de cambio personal. Creadora del proyecto Viñetas para vivir, terapeuta, coach, docente, escritora. Terapeuta en Instituto Meridians en Barcelona de 2010 a 2018.
Encuentras a Raquel en www.vinetasparavivir.com
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