Los conflictos con los demás surgen de nuestra necesidad humana de lograr la coherencia con el otro, ante la existencia de necesidades opuestas; igualando posiciones, consiguiendo un entendimiento o logrando un beneficio concreto en una situación determinada.
Son oportunidades de acercamiento y de crecimiento, de mejora en cualquier relación. Sin embargo cuando los vivimos con malestar, nos sentimos amenazados, invadidos o con riesgo a perder nuestros derechos, posiblemente sea porque no sabemos cómo gestionarlos, no tenemos demasiada práctica o habilidad para responder a ellos de manera sana y asertiva.
¿Eres pasivo, agresivo o asertivo?
Evitar el conflicto o desistir pasivamente para no crear más tensión o incomodar al otro, nos aleja, nos genera resentimiento y dolor.
Un conflicto no resuelto, un rencor guardado, es sin duda una energía no liberada que acarreamos y descargamos contra nosotros mismos, generando consecuencias físicas y emocionales. Este sería un modo pasivo de enfrentar los conflictos que no nos favorece en nada y nos aleja de nuestros objetivos.
En el polo opuesto, descargar nuestra agresividad física o verbalmente y entrar en competición con el otro por tener la razón, puede que nos haga ganar la partida, sin embargo, nos dejará un mal sabor de boca, puede que con sentimiento de culpa o agotamiento y con el riesgo de dañar la confianza y el amor del otro.
La dificultad para controlar nuestra ira y el exceso de competitividad, se ha relacionado con un patrón de personalidad (el patrón tipo A), que está estrechamente relacionado con el riesgo y la propensión a padecer enfermedades coronarias, cuando esto es algo habitual y repetido en nuestra manera de vivir las relaciones con los demás.
Es lo que en Medicina China se denomina calor por exceso de Yang y se caracteriza por un estado general de hiperactividad o excitación, con síntomas como piel caliente, boca seca, lengua roja, rubor general, agitación, irritabilidad, insomnio y tendencia a taquicardia, entre otras.
El punto de equilibrio sucede cuando somos capaces de poner límites a la agresividad, darnos nuestro tiempo para expresar nuestras necesidades de manera clara y buscar un punto de acuerdo con el otro. A eso le llamamos, asertividad.
¿Qué debemos evitar cuando existe tensión con el otro?
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Raquel Ballesteros es Licenciada en Psicología Col. 13297, Máster en Psicología Clínica y Máster en Musicoterapia por la Universidad de Vic, especializada en Terapia ACT y coaching, Facilitadora de procesos de cambio personal. Creadora del proyecto Viñetas para vivir, terapeuta, coach, docente, escritora. Terapeuta en Instituto Meridians en Barcelona de 2010 a 2018.
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