Dicen que existen muchas maneras de llegar al mismo sitio, sin embargo a menudo nos empeñamos en llegar de un modo determinado, por el camino trazado y tratando que todo encaje en nuestros estudiados planes de vida.
Hemos aprendido a vivir por objetivos, a plantearnos retos, sin embargo muchas veces olvidamos el para qué, nos desconectamos del propósito y de nuestros valores, para poder ajustarnos a esa imagen ideal que habíamos preparado para nosotros mismos; la de buenos padres, excelentes profesionales, divertidos e hilarantes amigos.
En ese esfuerzo por encontrarnos (o digámoslo de otro modo, encontrar un aliciente a la vida o darle sentido), a menudo buscamos la autorrealización en el exterior, en las tareas que desempeñamos, las metas que conseguimos o los retos que superamos (por ya no decir, en los demás). Incluso aquellos que seguimos una práctica espiritual o emocional, caemos en el mismo error y en la falsa esperanza de que algún día conseguiremos la perfección, la iluminación, la sabiduría.
Nuestro empeño por controlar el proceso y nuestra autoexigencia, hacen que perdamos de vista el camino, la posibilidad de equivocarnos, de aprender y disfrutar. Desconfiamos del todo llegará para aferrarnos al apego, a la desconfianza y al miedo.
Sin embargo, estar poniéndonos a prueba continuamente, esforzándonos por llegar antes o por cambiar lo que no depende de nosotros, nos hace vivir a contracorriente, en agotamiento constante. Perdemos de vista el camino, el ritmo de nuestro cuerpo, desajustamos nuestros hábitos y necesidades básicas (sueño, alimentación, sexualidad, descanso). Y a menudo enfermamos, emocional o físicamente.
¿Tienes un problema con el control?
Nuestra necesidad de control refleja nuestra incapacidad para sostener el miedo y tolerar la incertidumbre o las emociones negativas, nuestra dificultad para confiar en la vida, en los demás o en nosotros mismos. Posiblemente si eres de los que les gusta planificar continuamente (incluso planes de ocio), que dicen tener siempre poco tiempo o que no pueden hacer una sola cosa, es probable que haya una dificultad en este sentido.
Y ahora responde honestamente: ¿Tienes la sensación de estar continuamente viviendo contracorriente?, ¿Necesitas a menudo de emociones placenteras o satisfacciones inmediatas, para tirar adelante?, ¿Prácticamente no tienes tiempo de asimilar o experimentar un momento de vida y ya estás pensando en el siguiente?
A menudo bajo esa persona activa, vital o algo hiperactiva, se esconde una dificultad real para parar y tomar contacto, para PERMITIRSE ESTAR y SER.
Valorarnos por nuestro rendimiento o por nuestro desempeño (lo que hacemos en lugar de lo que somos) es un síntoma más de nuestra baja autoestima y de nuestra incapacidad de querernos por lo que somos; personas libres, únicas y auténticas en nuestra esencia.
Porque la perfección (sabiduría, iluminación, etc.) llega precisamente cuando nos relajamos y aceptamos de manera real y auténtica, la imperfección.
¿Cuánto tiempo estás dispuesto a seguir esforzándote?
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Raquel Ballesteros es Licenciada en Psicología Col. 13297, Máster en Psicología Clínica y Máster en Musicoterapia por la Universidad de Vic, especializada en Terapia ACT y coaching, Facilitadora de procesos de cambio personal. Creadora del proyecto Viñetas para vivir, terapeuta, coach, docente, escritora. Terapeuta en Instituto Meridians en Barcelona de 2010 a 2018.
Encuentras a Raquel en www.vinetasparavivir.com
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