Los alimentos contienen muchos nutrientes básicos para nuestro funcionamiento y supervivencia: aminoácidos, carbohidratos, vitaminas, enzimas, minerales, grasas, agua… Y a parte, todos los alimentos, sólidos y líquidos, también producen un efecto sobre nuestros cuerpos físico, mental y emocional. Tienen características energéticas: contraen y generan calor y tensión, como por ejemplo la carne o los embutidos; depuran y diluyen, como el nabo, las setas, la cebada, los rabanitos…; o nutren, como el pescado, las legumbres, la avena…; o dispersan y enfrían, como la verdura y la fruta cruda, el alcohol, las especias, la leche de soja…
Todo lo que ingerimos producirá un efecto sobre nosotros. ¿O acaso tiene el mismo efecto un estofado de lentejas que un plato de fruta tropical?
Es importante ser conscientes de estos efectos de los alimentos para así conseguir cada día el efecto que deseamos y necesitamos para estar con más vitalidad y más salud. Comemos para generar una buena calidad de sangre y energía.
LLEGA LA ÉPOCA DE CALOR y, por lo tanto, nos apetecen más alimentos refrescantes, sobre todo si durante el invierno hemos estado comiendo mucha proteína animal y grasas saturadas (mucha para una persona puede ser 1 vez a la semana).
Pero en verano muchas veces se hacen excesos. Se consumen demasiados alimentos crudos en forma de ensaladas, fruta cruda, también helados, bebidas frías y con hielo, más alcohol… Todo esto en muchos casos debilita al organismo: se pierden minerales con el exceso de crudos, líquidos y sudor, se debilita la fuerza digestiva y empeora la metabolización y absorción de nutrientes. En consecuencia, la persona se debilita durante el verano, tanto a nivel digestivo como del sistema inmunitario. Es por esto que en septiembre, cuando empiezan a bajar las temperaturas y volvemos al ritmo normal de trabajo o estudios, muchas personas padecen resfriados, depresión postvacional… ¿Cómo puede ser que después de un periodo de vacaciones y descanso, al volver a nuestra actividad, enfermemos? Porque nos hemos debilitado durante el verano comiendo de forma inadecuada.
Cómo refrescarnos de forma equilibrada durante el verano
- Aumentando el consumo de proteína vegetal (legumbres en forma de ensalada, seitán, tempeh, tofu) y algo de pescado. Reduciendo el consumo de grasas saturadas: carne (roja y blanca), embutidos y huevos.
- Aumentado el consumo de cereales integrales ligeros (quinoa, arroz grano largo, cebada, mijo), incluso podemos incluir algo de pasta integral o cuscús de espelta. Reduciremos el consumo de pan y otros horneados de harina (galletas, pizzas).
- Aumentando el consumo de verduras en el plato. Las verduras nos aportan frescor y variedad de sabores y texturas. No hace falta comerlas todas crudas. Podemos cocinarlas de forma ligera en escaldados de segundos, salteados cortos tipo wok, hervidos de 3-5 minutos, vapor…
- Usaremos vinagretas con buenos condimentos y hierbas aromáticas frescas para evitar el uso de vinagres (producen pérdida de minerales) y sal cruda (genera mucha tensión y calor).
- Aumentaremos el consumo de germinados: alfalfa, col lombarda, puerro… No los de legumbres (pueden dar muchos gases).
- Frutas: podemos comer más en verano, sin embargo es importante conocer su energía de enfriar, depurar y diluir, más potente aún si hablamos de frutas tropicales (en el trópico hace más calor). Si somos personas con tendencia a ser frioleras, el consumo excesivo de fruta nos puede enfriar y debilitar demasiado de cara al otoño. La fruta dispersa mucho la energía y diluye los minerales del organismo. Podemos consumir fruta local y de temporada, incluso no siempre cruda, sino escaldada, en forma de compota, a la plancha, macerada con un poco de sal…
- Estilos de cocción a evitar si no queremos padecer calor: barbacoa, horno, frito y olla presión.
- ALGAS MARINAS también en verano – su consumo es muy importante en verano para reponer los minerales que perdemos a través del sudor y del cambio de alimentación. Utilizaremos algas marinas como la wakame, la dulse, la espagueti de mar, la arame, la nori.
___
Helena Gonzálezes Diplomada en Medicina Tradicional China por el Instituto Superior de Medicinas Tradicionales (ISMET). Diplomada en Alimentación Natural y Energética por la escuela de Montse
Bradford y graduada en Dietética Oriental y Naturista por IES Roger de Llúria. Profesora titulada de la
escuela de Alimentación Natural y Energética de Montse Bradford. Profesora y terapeuta en Instituto
Meridians en Barcelona de 2010 a 2017.
___
Referencias:
BRADFORD, M. (2009) La nueva cocina energética. Ed. Océano.
CUEVAS, O. (1999) El equilibrio a través de la alimentación. I.F.P. Sanitario Roger de Llúria, www.rogerdelauria.com
PÉREZ-CALVO SOLER, J. (2005) Nutrición Energética y salud. Editorial De Bolsillo.
0 Comentarios
Deja uncomentario