Existe una gran publicidad con relación al tema de los lácteos (leche, yogures, quesos) y la idea de que son un alimento ideal para el consumo humano por su contenido nutricional y aporte de calcio. No obstante, el número de doctores y nutricionistas que no los aconsejan o señalan sus desventajas va creciendo día a día.
Podemos consultar en el libro de Olga Cuevas, “El equilibrio a través de la alimentación”, en el capítulo referente al calcio y a los lácteos, o en el libro “Nutrición Energética y salud” del Dr. Jorge Perez Calvo Soler, interesante información respecto a este tema y que nos puede aclarar dudas sobre si es necesario o no el consumo de lácteos para garantizar el aporte de este mineral que es el Calcio.
Se dice de los lácteos que son esenciales para el desarrollo de nuestro organismo –sobretodo huesos– sin observar que existen muchos países, sobre todo en Oriente, que no han consumido lácteos de forma habitual en su dieta durante miles de años y se caracterizan por tener una larga esperanza de vida y unos índices bajos de osteoporosis u osteopenia (disminución del tejido óseo, hueso poroso).
Hoy en día en los países desarrollados se sufren multitud de problemas, y uno de ellos es la falta de minerales, dando lugar a trastornos como la osteoporosis, osteopenia, trastornos en sistema nervioso (falta memoria, degeneración…).
¿Cómo debe ser una alimentación sin lácteos?
El primer paso para mejorar NO es saber en qué alimentos podemos encontrar el calcio y los minerales apropiados para nuestros huesos, sino CÓMO PREVENIR la falta y la pérdida de minerales en el organismo. En la alimentación actual se consume de forma exagerada una serie de alimentos que favorecen la rápida pérdida de minerales. Estos son:
- Exceso de proteínas como las carnes (roja o blanca) o embutidos. Su consumo eleva la acidez en sangre, teniendo el organismo que compensar su pH sanguíneo “robando minerales de los huesos” para aportarlos a la sangre y así equilibrar el pH, que debe mantenerse entre 7,35-7,40 –medio ligeramente alcalino–.
- Azúcares refinados – ¡Son los grandes ladrones de minerales! cómo el azúcar blanco, moreno o integral; AZÚCAR presente en chucherías, zumos comerciales con azúcares añadidos o a partir de concentrados, pastelería, bollería, bebidas azucaradas con gas…
- Exceso de fruta – tiene mucho aporte de líquidos y esto contribuye a diluir los minerales y a eliminarlos a través de la orina. Su azúcar, la fructosa, es un carbohidrato de absorción rápida y desestabiliza los niveles de glucosa en sangre.
- Cítricos – como el limón y la naranja – Son de origen tropical, enfrían mucho interiormente y su consumo en forma de zumos produce disminución de minerales. Los podemos usar, en poca cantidad, en aliños, postres, pescado.
- Verduras solanáceas – tomate, berenjena, pimiento y patata. El tomate lo podemos usar en poca cantidad en verano (su época de recolección) y luego sofrito en otoño-invierno.
- Alcohol – es uno de los grandes “ladrones” de minerales, junto con el azúcar.
- Vinagres – de vino, Módena o manzana: usaremos para realizar aliños el vinagre de umeboshi (es alcalino) y otros condimentos como el aceite de oliva, salsa de soja, mostaza, jugo concentrado de manzana, mantequillas de frutos secos, cítricos…
- Estimulantes – exceso de té, café (más si son de mala calidad).
- Drogas y medicamentos (no todos).
¿De dónde saco el calcio si no consumo lácteos?
Una alimentación con alimentos naturales, biológicos, locales basada en: cereales integrales (mijo, quinoa, arroz integral, trigo sarraceno, cebada, avena), proteínas de origen vegetal, algo de pescado, huevos ecológicos, verduras frescas, frutas de temporada, semillas, frutos secos, algas y condimentos naturales nos aporta los nutrientes necesarios y una energía equilibrada y duradera para generar un buen estado de salud general, también para los huesos.
Debemos aportar minerales a diario en nuestras comidas a través de:
- LAS VERDURAS DEL MAR – LAS ALGAS MARINAS, pequeñas cantidades serán suficientes, pero lo más importante es su consumo diario, en cada comida (kombu, wakame, dulse, espagueti de mar, nori – de origen gallego). En esto artículos encontrarás más información sobre las algas: Las algas y Las algas marinas. Nuestra fuente de minerales.
- Usar una gran variedad de VERDURAS VERDES (brócoli, judía verde, berros, borrajas, parte alta del puerro, hojas verdes de la col), en cocción ligera (2-3 minutos).
- Añadir a las comidas semillas y frutos secos (sésamo, girasol, calabaza, nueces, piñones, almendras, avellanas).
- Utilizar sal marina sin refinar al cocinar, no en crudo encima las comidas.
- Consumir preferiblemente verduras biológicas, sin químicos, ni fertilizantes artificiales.
- Aprendiendo a cocinar las proteínas vegetales (legumbres, tofu, tempeh, seitán) y aumentando el consumo de pescado (no salmón ni atún ni emperador) para poder disminuir el consumo de carnes.
- TOMAR EL SOL – al aire libre, cada día un poquito.
- HACER EJERCICIO DIARIO – un ratito cada día. De forma consciente, respetando al cuerpo y sincronizando la respiración.
Las leches vegetales
Si nos gusta tomarnos un vaso de leche por la noche o café con leche por la mañana y no queremos dejar este hábito, podemos sustituir la leche de vaca por la leche de:
- cereales: arroz, avena, mijo, quinoa, espelta, kamut.
- semillas y frutos secos: sésamo, almendras, avellanas.
En cuanto a la facilidad de digestión y asimilación, es más recomendable que se utilicen las bebidas de cereales. Hoy en día se le da gran publicidad a la leche de soja pero tenemos que entender que es una legumbre y cuando se toma una legumbre sin cocinar (como es la leche de soja), habrá problemas digestivos tanto a corto como a largo plazo (gases, hinchazón, frío interno, disminución de la energía digestiva). Encontrarás más información sobre la leche de soja en este artículo: Los inconvenientes de la leche de soja.
Los lácteos
Además, EL CONSUMO DE LÁCTEOS, sea en forma de quesos (tiernos o salados y curados), leches y yogures, genera mucha producción de mucosidades en el organismo – mocos que se pueden descargar vía nasal, vaginal o anal. Estás mucosidades muchas veces se quedan también enquistadas en el cuerpo formando quistes o bultos o en senos paranasales. (Más información: ¿Pegado a las mucosidades?)
Otro aspecto a tener en cuenta con el consumo de lácteos es su facilidad a la hora de desencadenar alergias e intolerancias por qué al no ser un producto de fácil digestión (sobretodo la leche) y asimilación puede mermar la mucosa de los intestinos y causar permeabilidad intestinal. Ello contribuye a la aparición de trastornos alérgicos o de intolerancias.
También debemos tener en cuenta que durante los procesos de transformación que sufre la leche antes de ser comercializada se le añaden productos químicos (desinfectantes, plaguicidas) para su transformación, y las vacas de granjas industriales están tratadas con antibióticos y hormonas (como la somatotropina). Esto puede generar aún más mucosidades, alergias o intolerancias. En el caso de que se decida consumir, la mejor opción sería beber leche y comer quesos y yogures de producción ecológica.
En la Medicina Tradicional China (MTC) a los lácteos se les atribuye una energía fría, es decir que ayudan a refrescar. Por lo que un consumo excesivo como el que se da hoy en día, contribuye a disminuir el fuego o energía digestiva, esencial para tener un bueno tono digestivo y asimilar bien los nutrientes.
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Helena González es Graduada en Medicina Tradicional China y Acupuntura por ISMET, Diplomada en Alimentación Natural y Energética por la escuela de Montse Bradford, Graduada en Dietética Oriental y Naturista por IES Roger de Llúria, Profesora y coordinadora de la escuela de Montse Bradford, Profesora de Alimentación Natural y Energética en la escuela Mens Venilia (Barcelona) y el centro cultural Casa Elizalde (Barcelona) y terapeuta en Instituto Meridians en Barcelona.
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Bibliografia
CUEVAS, O. (1999) El equilibrio a través de la alimentación, capítulo Minerales, apartado Algas . I.F.P. Sanitario Roger de Llúria, www.rogerdelauria.com
PÉREZ-CALVO SOLER, J. (2005) Nutrición Energética y salud. Editorial De Bolsillo.
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